martes, 15 de julio de 2014

Los Uniformes medicos


Ya sé que Cartagena no es New York (pronúnciese "niuok", que resulta más fardón, please). También tengo claro que la playa de La Azohía no es exactamente el desierto del Neguev. O sea, que hoy miércoles no me estaba trasladando del sitio más recóndito del mundo a una urbe inmensa y abigarrada precisamente.

Salí temprano, a las 7:00 a.m., desde mi paraíso costero, todo tranquilidad y naturaleza. El día estaba cubierto y un tanto desapacible, pero con una temperatura decente y agradable. A los 20 minutos de viaje estaba entrando en mi ciudad, que se desplegaba Uniformes medicos y agitada ante mis ojos, o eso me parecía.

Mi cerebro insiste en que no era exactamente así, en que Cartago estaba igual de caótica que los demás días. Era pues un sentimiento subjetivo. Vaya, que hoy tenía yo mi "sensibilidad" un tanto exacerbada y descubría poesía donde no había sino Los Uniformes medicos.

Dejé el coche cerca de casa. Me gusta andar un poco antes de encerrarme en el despacho. Mientras encaraba la transición entre la parte moderna de la ciudad y el casco Aquí, se abrieron las nubes y comenzó a llover poco a poco, mansamente.

Mi espíritu "poético" me puso la metáfora en bandeja. Fijo que la ciudad (NY, NY, ya sabéis) me recibía con lágrimas desde lo alto. Vamos, no me jodas, ... no llores por mí, Cartago. Demencial, compañeros. Debo llevar un cuelgue mental de cuidado, pero soy inofensivo. O eso creo ;))).

He caminado por las calles con tranquilidad desde mi inocente locura. Me acompañaba para mi "concentración" de mi PDA Dell Axim, de mis cascos y de la audición de "Dusty in the Wind". Bella y extraña forma de comenzar la jornada, proclamo.

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